Dedicado a mi amiga Carmina.
Difícil de resumir esta novela que explica la macabra relación de 2 hermanos mellizos, ella Nitya Yan la déspota y él Belver Yin, su esclavo, ámbos se atraen y repelen tales como elYin y Yan. Jesús Ferrero....dijo...
"... en la novela que entregué a la imprenta y que llevará siempre con ella la fragancia ambigua, secreta y cristalina de las noches en que la escribí."

"Escribí mi primera novela en 1980, mientras me licenciaba en Historia y trabajaba de portero de noche en el hotel Marigny, cerca de la Madelaine. En el mismo hotel Turgueniev había escrito Nido de nobles, en 1857, y allí iban a visitarle a veces Tolstoi y Nekrassov. Más de medio siglo después, Abert Le Cruziar, lacayo del príncipe Radziwill, transformó el Marigny en un burdel de placeres homosexuales, ayudado económicamente por Proust. Muy pronto el escritor convirtió el hotel en el teatro íntimo de sus ceremonias sádicas, y fue en los sótanos del Marigny donde Proust llevó a cabo el ritual de las ratas laceradas con agujas."
"Cuando yo trabajaba en el Marigny, el establecimiento distaba mucho de ser el "Templo del Impudor", como llegó a ser llamado en tiempos de Proust, pero algo quedaba de su antiguo esplendor. Un alto porcentaje de sus clientes habituales eran homosexuales, y a menudo acudían prostitutas: unos eran chicas de bulevar, que abordaban a los transeúntes junto al café de la Paix y el Olimpia, y otras procedían de agencias dedicadas a la prostitución de lujo y venían acompañadas de ejecutivos de Arabia Saudita. Solían ser chicas muy hermosas, y tanto ellas como sus clientes buscaban la máxima discreción: en el Marigny la tenían asegurada. Era la norma de la casa: "el que pierde palabras pierde amigos", me decía el amable y hermético propietario del establecimiento, que me trataba como a un hijo y que me dio grandes lecciones sobre el arte de vivir."

"La noche es el verdadero alambique de las pasiones, que destila lo mejor y lo peor de nosotros mismos, y es de noche cuando mejor se ve la rueda del deseo. Desde esa perspectiva, la recepción de un hotel se convierte, con el caer de la noche, en el mejor mirador para observar al animal humano. También es un buen lugar para desplegar tus armas psicológicas, si las tienes, y si no las tienes es un buen lugar para adquirirlas. En el Marigny vi toda clase de combinaciones posibles entre cuerpos y personas: parejas, tríos, juegos de cuatro y de cinco, relaciones escandalosamente edípicas, incesto. Se trataba de asuntos a veces trasparentes y a veces no, que te ayudaban a comprender mejor la ambigua mecánica del mundo y su alto contenido de deseo. La imaginación se despegaba porque a menudo la mecánica de la noche la podía superar. Bastaba con tener los ojos abiertos para derivar de esa noche deseante las mejores creaciones de la imaginación, las más audaces y trasparentes, y también las más despojadas de esa mezquindad y esa falta de miras en la que a menudo ha caído la literatura realista. Todo lo dicho no convertía la noche del Marigny en una sucursal del infierno de Dante. ,Muy al contrario, las noches en el Marigny eran suaves como el aire de algunas novelas de Fitzgerald y se respiraba una gran tranquilidad unida a una intimidad muy especial y a la vez muy parisina.
"En esa atmósfera escribí una primera versión de Bélver Yin, de una cien páginas, y me fui a Barcelona para pasársela a algunas personas. Tenía a varios amigos en la editorial Bruguera, pero entonces no era fácil publicar sin valedores de peso. Yo tuve la suerte de ser defendido por dos grandes escritores chilenos: José Donoso y Mauricio Wacquez, que junto al editor José Ramón Monreal apoyaron desde un principio su publicación. Regresé a París muy animado y añadí cien páginas más a la novela. Fue en esa segunda versión cuando el texto creció de verdad y se convirtió, tras dos versiones más,
.... en la novela que entregué a la imprenta y que llevará siempre con ella la fragancia ambigua, secreta y cristalina de las noches en que la escribí."