Cuando el pintor barcelonés se enamoró de Cudillero en Asturias nada más conocer la villa marinera en los años sesenta donde pasaba largas temporadas, en sus cuadros inmortalizó muchos de sus rincones y por eso se le conoce por el nombre de «el pintor de Cudillero».


Sus primeras inquietudes le llevan a plasmar bodegones y el ambiente barcelonés más popular: prostitutas, músicos, marineros, las Ramblas y el barrio de Santa María del Mar... De los años cuarenta datan sus primeras exposiciones en Madrid y Barcelona. Por encargo de una galería, realiza una serie con estudios sobre obras que se exhiben en el Museo del Prado, y en 1953, muy integrado en la bohemia barcelonesa, emprende su proyección europea con una exposición en Zúrich.
En 1956 se afincó en París, donde se dejará influir por el movimiento fauvista, y en 1958 se traslada a Amsterdam, cuyo ambiente portuario va a ser, junto al de Bermeo, Cudillero, Spakenburg, Greetsiel, Hamburgo, Lemvig y el litoral de Cadaqués, fuentes inagotables de inspiración y que plasma con un colorido intenso y vivísimo y un estilo figurativo que no abandonó aun cuando, tras estancias en Alemania, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega, incorporó una incipiente abstracción. Casaús recobró desde mediados de los setenta su interés por la figura femenina, con series como Popas, los desnudos femeninos y sus peculiares Ninfas azules. A lo largo de su trayectoria realizó exposiciones en Europa, EEUU y Latinoamérica.